A veces canté canciones tristes,
a veces pensé que eran solo cicatrices
queriendo morir en el vagón
de un tren sin combustible.
Rompiendo las olas del cielo
con una tabla de terciopelo,
nubes amarillas en los espejos
claros y sombras a lo lejos.
Helado en la noche de mi recuerdo,
buscando un refugio bajo techo
muriendo en cada recoveco
de mi memoria de esqueleto.
Comiendo sin hambre las sobras
que dejaste en la nevera a deshoras,
dejando un trozo guardado
con la vaga esperanza de que volvieras.
Borrando el olor de tu perfume de vainilla
armado de un ambientador barato
y unas ganas de olvidar tu vida
que ha dejado de ser la nuestra, la mía
Comiendo sin hambre las sobras
que dejaste en la nevera a deshoras,
dejando un trozo guardado
con la vaga esperanza de que volvieras.
Borrando el olor de tu perfume de vainilla
armado de un ambientador barato
y unas ganas de olvidar tu vida
que ha dejado de ser la nuestra, la mía
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